A votar
Santiago López Acosta
Después de largos meses de la etapa preparatoria del proceso electoral legal y varios años de actos super anticipados del oficialismo para tomar toda la ventaja ilegal posible, con la intromisión permanente del presidente de la república, casi desde que tomó posesión del cargo, en el proceso de su sucesión, como prácticamente su única prioridad, ha llegado la hora de las urnas, una de las pocas oportunidades que los ciudadanos tenemos para decidir en los asuntos públicos, la jornada comicial del próximo 2 de junio.
Con todo que ha sido una contienda muy desigual, absolutamente dispareja, donde los opositores de antaño demandaron reglas y prohibiciones, incluso en la propia Constitución y en las leyes, ahora en el poder les estorban, no las acatan y hasta se burlan de ellas, intentando restaurar el viejo régimen autoritario del más rancio PRI de hace cuatro décadas, que tenía el control de todas las autoridades electorales y políticas del país, y por tanto del proceso eleccionario, saldremos a votar, esperemos en libertad y ojala con seguridad.
Mas de la mitad de los potenciales electores de 2024, que votaran por primera, segunda o tercera vez no habían nacido, y por tanto es muy probable que no conozcan lo que era el viejo régimen de partido hegemónico del PRI de aquel entonces, por eso es importante que sepan, que algunos de sus principales exponentes están en los gobiernos de Morena, empezando por el propio presidente de la república, tal vez por eso nos quieren regresar cuatro, cinco o seis décadas atrás, a la prehistoria política del país.
Seremos casi 100 millones de ciudadanos los incorporados en las listas nominales de electores para acudir a votar en las más de 170,000 mil casillas electorales que se instalaran en todo el territorio nacional, mismas que serán atendidas por casi un millón y medio de nuestros vecinos, los cuales fueron sorteados y capacitados por el INE los últimos meses, y tendrán las importantísimas responsabilidades de recibir, escrutar, computar y cuidar nuestros sufragios ese día, para luego entregar los paquetes electorales a los consejos respectivos, que harán lo propio, en su momento.
El próximo miércoles 29 concluirán las campañas electorales, y dejaremos de ver y escuchar los millones de spots con que nos han abrumado los partidos y sus candidatos. Ese mismo día se podrán publicar las últimas encuestas preelectorales, con todo y los cuestionamientos que han tenido en este proceso, que las ha demeritado y restado credibilidad, por lo que seguramente algunas de las empresas responsables dejaran de existir después del 3 de junio.
Hemos comentado en esta columna algunos de los riesgos que advertimos en esta elección, y que el intervencionismo presidencial se ha intensificado prácticamente todos los días de este mes de mayo, lo cual se ha interpretado como la creciente preocupación que está viendo el titular del ejecutivo, en su papel protagónico de jefe de campaña del oficialismo, que las cosas no son como festinan en la embestida propagandística, de que ya ganaron las elecciones con amplias ventajas, y de que la elección es un mero trámite, como dijo la propia candidata presidencial.
Por otra parte, no tiene razonabilidad y congruencia las declaraciones del presidente, de su candidata y de los lideres partidistas del oficialismo, que desde la oposición están comprando votos y fraguando un fraude, sin presentar ninguna denuncia concreta, cuando los que tienen los instrumentos para intentar algo así son ellos, con casi todo el aparato del Estado a su disposición. Suena más a la vieja treta de denunciar a un supuesto ladrón para que lo persigan, y con eso intentar esconder la responsabilidad delincuencial propia. Si supuestamente ya tienen ganada la elección, porque ensuciarla con ese discurso de fraude anticipado.
También es sintomático que la candidata presidencial del oficialismo no diga expresa y categóricamente que aceptara los resultados si no le son favorables, pero es consecuente con su mentor y jefe de campaña, quien nunca ha aceptado ninguna derrota en sus múltiples incursiones electorales, con un talante clara y abiertamente autoritario.
Para que una democracia se consolide requiere necesariamente de una sociedad y de una clase política conformada por demócratas, sin embargo, desgraciadamente la mayoría de elite política gobernante hoy en día, ha dado muestras sobradas de que no son demócratas, no aceptan ni reconocen las derrotas, como tampoco los errores para corregirlos, ni respetan a los opositores ni a aquellos que critican u opinan diferente, desconocen la ciencia y la cultura, así como el conocimiento, la técnica y la tecnología, y el obscurantismo y la mediocridad es lo que prevalece.
Contra todo eso nos estamos enfrentando, por lo que no podemos dejar pasar la oportunidad de manifestarnos democráticamente el próximo 2 de junio, con el arma más poderosa que tenemos los ciudadanos, el voto, para premiar y castigar, para equilibrar y distribuir el poder público, para darles lecciones a la clase política y reconocernos cuan poderosos somos en la fuerza ciudadana.
En 2018 participamos el 63.4% de los potenciales electores, que es el piso mínimo esperable, pero dadas las actuales circunstancias, por situaciones, desafortunadamente más negativas que positivas, por la mayor inseguridad y violencia, la galopante inflación, los desastrosos servicios de salud, educación y de casi todas las áreas de la administración pública federal y en muchas de las administraciones estatales, es muy probable que ese porcentaje de participación se incremente. Las condiciones están dadas para que así sea.
Salvo algunas contiendas locales con tendencias más o menos claras, en la mayoría de los más de 20,000 cargos en disputa no sabemos quiénes serán los ganadores, incluyendo la presidencia de la república. Salgamos a votar con alegría y optimismo, hagamos del 2 de junio otra fiesta democrática, como han sido las jornadas electorales de las últimas tres décadas, no dejemos que los nubarrones autoritarios del régimen la empañen.