La semana pasada inicié una serie sobre mexicanismos. Estos son vocablos de uso común en nuestro país. La mayoría procede de lenguas locales, pero hay algunos que derivaron del mismo español. De otros se desconoce su procedencia; pero unos más, fueron trastocados en su fonética original o se les asignó significados que no les correspondía.

En la publicación de Bertha Cárdenes, el vocablo ‘chicho’ es definido como aquel que se ve, supone o es muy valiente, sabihondo, bravucón o bueno para el intercambio de golpes. El Diccionario de Mexicanismos (DM) de Guido de Silva, publicado por la Academia Mexicana, difiere notablemente al definirlo simplemente como «bueno, agradable, bonito». El diccionario respectivo (DM) del Colegio de México contempla los dos sentidos. En Colombia, según el Diccionario de Americanismos (DA), es una persona malhumorada; mientras que en Chile es alguien borracho. Ninguno ofrece su origen etimológico.

Los DM de Guido de Silva y del Colegio de México no contemplan el vocablo ‘chochear’ aplicado en nuestro país para referirse a quien comienza con conductas seniles («dar el viejazo» también suelen decir). El DA recoge este vocablo, pero solo lo ubica en Ecuador y allá se refiere a una forma de extremar el cariño. El Diccionario de la lengua española (DLE) de las Academias, por su parte, contempla ambos sentidos. Mientras que el Diccionario etimológico (DE) sostiene que su origen puede ser onomatopéyico (por desvirtuación fonética).

‘Cotorrear’ se refiere a una charla bastante animada entre amigos. El DLE lo recoge y define con mayor rigor académico: «Hablar con exceso y con bullicio». El DA enriquece el concepto al definirlo como burlarse de alguien por entretenimiento; engañarlo con el mismo propósito; o inducirlo al mal. El DM del Colegio de México admite las anteriores y agrega la de perder el tiempo en forma divertida: «Se fue al parque a cotorrearla». La etimología es lo más sorprendente de este vocablo. Cierto que procede de cotorra, la hembra del papagayo. Sin embargo, esta recibe el nombre a causa del ‘cotarro’. Este vocablo designa un recinto o corral (de coto). En este lugar se albergaba a vagabundos o mendigos. Por razones naturales, el recinto se convertía en un local de algarabía, ruidoso, agitado a veces en forma bulliciosa y otra en forma pendenciera. Con la evolución, se fue aplicando cotorra a la mujer parlanchina, charlatana y murmuradora. De esa adjetivación pasó a designarse a la hembra del papagayo.

‘Chilpayate’ es una voz equivalente a niño, chamaco. Se trata de un nahuatlismo. Viene del vocablo ‘chilpayatl’ y los diversos diccionarios consultados indican que se refiere a niño de corta edad. Esta palabra la encontramos desde el sur de los Estados Unidos de América hasta Nicaragua. Es muy común, particularmente en la zona rural.

‘Desconchinflado’ (a) es un artefacto descompuesto, estropeado. Todos los diccionarios coinciden en su significado y alguno añade a lo anterior, roto. Es común su uso en muchos países de América y para algunos se añade el sentido de golpeado (Cuba) y andrajoso (Panamá).

Seguiré la próxima semana.

sorianovalencia@hotmail.com

 

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