Equitas justitia magna est (la equidad es la suprema justicia) dice una máxima jurídica. Pero es que ‘equidad’ no es lo mismo que ‘igualdad’. Etimológicamente, ambas palabras proceden de la misma palabra latina, eaquitas-atis. Su aplicación suponía justo o equilibrado. Sin embargo en la actualidad tienen una pequeña diferencia de matiz.

‘Igualdad’, dice el Diccionario de la lengua española  «Conformidad de algo con otra cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad. //Correspondencia y proporción que resulta de muchas partes que uniformemente componen un todo. //Principio que reconoce la equiparación de todos los ciudadanos en derechos y obligaciones. //[En matemáticas] equivalencia de dos cantidades o expresiones».

En paralelo, la misma obra dice de ‘equidad’: «Igualdad de ánimo. //Bondadosa templanza habitual, propensión a dejarse guiar, o a fallar, por el sentimiento del deber o de la conciencia, más bien que por las prescripciones rigurosas de la justicia o por el texto terminante de la ley. //Justicia natural, por oposición a la letra de la ley positiva. //Moderación en el precio de las cosas o en las condiciones de los contratos. //Disposición del ánimo que mueve a dar a cada uno lo que merece».

En la primera acepción, el vocablo ‘igualdad’ refleja ‘equivalencia’. Es decir, algo es considerado en forma, calidad, naturaleza o cantidad, similar a otro elemento. En tanto, en las diversas acepciones de ‘equidad’ queda de manifiesto una igualdad más allá de la estricta equiparación o equivalencia.

Hagamos un símil para identificar que no son sinónimos estrictos. Supongamos que hay tres muchachos de la misma edad, pero de distinta estatura. Al pasar por la barda media de un campo de futbol, el de mayor altura, sin dificultad se da cuenta de que hay un partido muy interesante del otro lado. El de talla mediana, con pequeños saltos, se da cuenta que es cierto y propone quedarse a verlo. El más pequeño, a pesar de los intentos, no logra rebasar con la vista la barda, por lo que no está muy convencido de la propuesta.

Un vecino que los observa interesados, les presta tres banquillos de la misma medida: los ha tratado con igualdad. Sin embargo, entre ellos, deciden apilar dos y dárselos al de menor estatura y dejar uno al mediano. Así los tres logran estar en condiciones para ver el partido. Esto último fue buscar la equidad.

La semana previa a las elecciones se habló de igual y equidad entre hombres y mujeres. Algunos argumentos leídos y escuchados en más de una ocasión confundieron los términos. Desde luego, no puede haber igualdad, porque no somos lo mismo, hombre y mujeres. Sin embargo, sí puede buscarse la equidad entre sexos.

Un primer paso es la igualdad ante la ley, pero ello no garantiza la equidad. En concreto, se debe luchar contra prejuicios sociales que, por lo ancestrales, son difíciles de visualizar de otra forma. Debemos combatir la presencia dos tipos de verdades: la verdad jurídica y la verdad real. La expectativa es que una corresponda a la otra… aunque a veces pese en el ánimo de personas que no reflexionan al respecto.

sorianovalencia@hotmail.com

 

 

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