El debate y el intenso pos-debate
Santiago López Acosta
Como decíamos en nuestra entrega anterior en ocasiones más que los debates entre candidatos a algún cargo de elección popular, se pone más interesante el análisis, discusión y difusión de todo lo relacionado con el debate, conocido como el pos-debate, y en esta ocasión no fue la excepción.
La organización del INE del debate entre las candidatas y el candidato a la presidencia de la república el pasado 7 de abril tuvo muchas fallas técnicas y de producción, lo que pone en duda los 10 millones de pesos aplicados al mismo por el organismo electoral, y queda la duda si averiguaran quiénes fueron los responsables y si demandaran por el evidente mal trabajo y servicio.
Por otra parte, el formato resulto más rígido de lo esperado y se realizaron muchas preguntas, muchas de ellas repetitivas, y muy poco tiempo para las respuestas, sin espacios suficientes para las réplicas y contra replicas entre los participantes, tan necesarias en un ejercicio de esta naturaleza. Los moderadores, por su parte, con algunas pifias cumplieron con su papel, pero sin exigir a las y el candidato que contestaran puntualmente las preguntas y señalamientos que les hicieron los ciudadanos a través de estas y los propios contendientes.
Después del debate los opinadores en diversos medios de comunicación, tradicionales y electrónicos, señalaron que la ganadora del debate fue la candidata del oficialismo, porque no fue vapuleada por la candidata de la oposición, manteniéndose fría e impávida ante los múltiples cuestionamientos, aun y cuando no respondió a la mayoría de ellos, y las respuestas que dio fue a través de una gran cantidad de mentiras y datos que no corresponden a la verdad.
La narrativa de que la ganadora del debate fue la candidata del oficialismo se desvaneció rápidamente en el principal espacio del pos-debate, como decíamos, las redes sociales, donde los opinadores que así lo dijeron fueron los más cuestionados, paradójicamente de varios de los medios que el gobierno federal y su partido, tachan cotidianamente como conservadores y neoliberales, porque según ellos los atacan, cuando en la mayor parte de los casos, hacen periodismo profesional.
Si bien es cierto que la candidata opositora no estuvo en su mejor día, muy nerviosa, desordenada con sus cartulinas y tarjetas, sin ser lo suficientemente incisiva, puntillosa y contundente contra su principal contendiente, sin la naturalidad y frescura que le caracteriza, no tuvo un buen desempeño, y literalmente dejo ir viva a la candidata del oficialismo, y fue la razón principal por la que muchos declararon a esta ganadora.
Inexplicablemente después del debate, la candidata opositora empezó a hacer señalamientos puntuales, lo mismo los siguientes días, que han puesto en la mira, sobre todo por las mentiras y no respuestas de la candidata del oficialismo, mismas que no ha respondido a casi nada de los cuestionamientos. Por otro lado, los asesores atiborraron de tarjetas a la candidata opositora, pero sobre todo la acartonaron y limitaron en su espontaneidad característica, no la dejaron ser lo que es, y creo que esa fue su principal falla.
Para no variar, el presidente de la república, que nunca quiere pasar desapercibido en casi nada, pero contradictorio, porque el lunes siguiente declaro que el debate estuvo requetebién, sin mayor comentario, pero el martes en forma por demás exaltada, se lanzó contra el INE, contra los moderadores y por las preguntas que se formularan, señalando que fueron tendenciosas para afectar a su gobierno y sus supuestos logros. Esto se complementó con los editoriales Rayuela de la Jornada, el diario orgánico del régimen, que se interpretaron como mensajes a su candidata por no haberlo defendido.
El intenso activismo que se dio en las redes sociales y el viraje y reclamo del presidente de no haber sido protagonista del debate, fueron los principales actores del pos-debate, hasta ahora, que no deja la ganadora anunciada, como tampoco la que perdió el mismo. Del candidato de MC solo se puede decir que tuvo algunos breves destellos, como saludar en lengua de señas, lo que destacó fue el rictus de su sonrisa fingida, que quien sabe si le alcance para mantener el registro, que es su principal objetivo.
Las encuestas sobre el debate aún no se publican, ya veremos si cambian o no las aparentes tendencias, pero hay un dato muy importante que no podemos perder de vista, se informa que lo vieron alrededor de 13,7 millones de personas por televisión, más varios millones de reproducciones en las redes sociales. Si 11.8 millones que lo vieron son mayores de edad, que podrán votar el próximo dos de junio, estamos hablando que es solo el casi el 12% de los casi 100 millones que integraremos la lista nominal de electores. Lo anterior pondría en duda la representatividad de los resultados de las encuestas que se publiquen, porque si el 88% de los potenciales electores no vieron el debate, luego entonces como podrían opinar válidamente sobre el mismo.
Mas que respuestas y claridades, son más las interrogantes que nos arrojó este primer ejercicio, como si lograra reponerse y posicionarse mejor la candidata opositora, quien en el pos-debate le ha ido bien, por lo que muy probablemente cambie su estrategia y táctica para el siguiente, para ser más incisiva y contundente en sus señalamientos y propuestas.
Respecto de la candidata oficialista, después de haber sido reprendida por su mentor, la interrogante fundamental, además de no haber respondido los señalamientos que se le han hecho, respecto de las mentiras y omisiones que tuvo en el primer debate, será la actitud que asumirá en el segundo y tercero, en relación a lo que le exige su gran elector, que lo defienda, defienda su gobierno y a sus hijos, de los supuestos logros y virtudes, que muchos de ellos solo están en la realidad alterna de su alter ego, pero en los escenarios reales como los debates son indefendibles, además de las consecuencias electorales, que no serían positivas para su causa. Vaya dilema que tiene enfrente.