Es un lugar común el que las anteriores generaciones se preocupen por el hábito de la lectura en las nuevas. «Deberías leer» es común escuchar a padres recomendar a sus hijos. Me propongo revisar este consejo.

Por principio, emitir una solicitud de esta característica parte del supuesto que los muchachos no leen. Sin embargo, revisadas algunas estadísticas y especialistas en la materia, curiosamente los jóvenes sí leen muchos textos en las redes sociales. Aunque la tendencia es en las últimas fechas hacia los videos, aún estos hay muchos que los prefieren con rótulos para comprender cada palabra emitida por los productores de contenidos. Es decir, los mensajes de texto que se intercambian es pasmosa (lo que no sucedía en generaciones anteriores; había intercambio epistolar -cartas- pero en América siempre ha registrado un bajo nivel). Los llamados memes no solo son imágenes, también se combinan con rótulos o globos con texto. La red social más socorrida es Twitter que básicamente es texto con apoyo de imagen; le sigue Instagram que es imagen apoyada por texto. Facebook combina ambas. Es decir, en que las redes más no son ausentes las palabras y la de mayor consulta es su base.

Los jóvenes leen muchísimo más que antes… pero no son textos de calidad (en su mayoría). Entonces la recomendación es incompleta o prejuiciosa. Incompleta porque no precisa qué debe leer el muchacho o chica y prejuiciosa porque parte del supuesto que un libro sí es lectura, pero lo demás, no. Y yo también deduzco que se refieren a libros porque los promedios nacionales de lectura de todos los países lo toman como unidad de medida (España tiene como promedio nueve libros al año; presuntamente uno de los más bajos de Europa; pero comparado con México… hay una diferencia brutal).

¿Por qué leen en redes sociales? Por tres razones: tienen los muchachos el soporte técnico (no solo el teléfono móvil), socialmente es la moda y revisan temas de su interés, porque inciden en sus emociones. Por supuesto, los libros no tienen esas condiciones. Es decir, son casi ausentes en las casas (raro entrar a un hogar mexicano y encontrarse un librero); no hay gente en parques, cafeterías o transporte público leyendo (el celular sí, pero casi siempre son las redes); y los temas suelen ser tan poco atractivos que no atrapan o los factores emocionales son escasos.

Guardar el conocimiento en documentos muy largos ha propiciado que los muchachos se habitúen a lecturas en extremo breves. Incluso, textos largos en las redes sociales son totalmente rechazados, aunque el algoritmo se los acerque por ser un tema en otros momentos de manifiesto interés.

La lectura larga ofrece muchas más ventajas que la breve (capacidad de reflexión, toma de decisiones, organización mental, amplitud de vocabulario, etc.), pero difícilmente el libro competirá contra la lectura rápida. Por ello, se deben producir menajes breves y ricos –tanto emocional como en contenido– en redes sociales para acerarles mejor contenido.

¡Sinceras felicitaciones a mi sobrina nieta Karla Paola Ramírez Medina, primer lugar en la Olimpiada del conocimiento infantil 2022-2023 en la CDMX!

sorianovalencia@hotmail.com

 

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