Chile viraje a la derecha y ojalá nueva constitución
Santiago López Acosta
No cabe duda de que los chilenos tienen una vida pública muy intensa, en poco más de tres décadas de haber reestablecido la democracia, misma que ha permeado muy fuerte en la sociedad y en la clase política, han tenido gobiernos de todos los signos ideológicos y gobernantes con muy diversas características y casi siempre con un reparto del poder muy amplio.
Tal vez las sombras de la terrible dictadura pinochetista aún se mantienen y porque existe la vocación generalizada de que no se repita, se han fortalecido las instituciones y la cultura democrática. Sin duda un ejemplo a seguir en América entera, no solo en la Latina.
Recordemos que, en el plebiscito del 25 de octubre de 2020, el 78%, de los chilenos determinó que se requiere una nueva Constitución. Para ello se eligió una Convención Constitucional en mayo de 2021, integrada mayoritariamente por fuerzas de izquierda, la derecha solo obtuvo 37 escaños de un total de 155.
La exclusión de la derecha en las discusiones y redacción del proyecto de nueva Constitución, con algunas propuestas novedosas y otras no menos polémicas, fueron las principales causas para que fuera rechazada por el 62% de los chilenos el 4 de septiembre del año pasado. Al día siguiente, el presidente Gabriel Boric reconoció el resultado y acepto el mensaje del pueblo, y convoco inmediatamente a preparar la elección de un nuevo Consejo Constitucional, para que presente otro proyecto de Constitución.
Es así como el pasado 7 de mayo se llevó a cabo esa elección, donde el Partido Republicano, encabezado por José Antonio Kast, el candidato de la derecha radical que perdió las presidenciales de 2021 frente al actual presidente Boric, acaparo más del 35% de los votos, que le otorga 23 de los ahora 51 consejeros (50 representantes de los partidos políticos y uno de los pueblos indígenas).
La Coalición de izquierda, Unidad para Chile, obtuvo un 28% y 17 consejeros, menos de los 21 que le abrían dado el derecho a veto en el proceso de redacción de la Carta Magna. La agrupación de derecha Chile Seguro obtuvo el 21.5% de los votos, otorgándole los 11 consejeros restantes. Las alianzas Todo por Chile, de centroizquierda, y el Partido de la Gente quedaron sin representación.
De tal manera que las coaliciones de derecha y centro derecha (Partido Republicano y Chile Seguro) con 34 consejeros, tendrán amplia autonomía para redactar la nueva propuesta de Constitución, misma que se someterá a plebiscito el próximo 17 de diciembre.
Kast declaro ante el resultado: “es una señal fuerte y clara del rumbo que los chilenos quieren para nuestro país”, pese a esto, remarco “no hay nada que celebrar, porque Chile no está bien” haciendo alusión a problemas económicos y de seguridad que afectan al país. Boric, por su parte, reconoció la derrota, que “estuvo marcada por la crisis de seguridad y migratoria que han calado profundo en el ánimo de nuestros compatriotas”, e invito a los partidos de derecha a “conseguir grandes acuerdos por nuestra patria”.
Llama la atención como las declaraciones, tanto del presidente como del principal líder de la oposición, coinciden en los problemas principales del país, que veo como una muestra de madurez y responsabilidad política.
Los 51 miembros deberán redactar la propuesta de Carta Magna sobre un anteproyecto elaborado por una comisión de expertos de 24 profesionales designados por los partidos políticos, quienes ya tienen tiempo trabajando en un texto que deberán entregar el 7 de junio, fecha de instalación de la Convención Constitucional.
El fallido intento del año pasado fracaso porque fue redactado solo por las fuerzas de izquierda en un deslegitimado proceso y muchos chilenos no se sintieron representados. Ahora que la derecha tendrá una amplia mayoría y puede proponer prácticamente lo que quiera, puede pasar lo mismo. Pero además tienen frente a sí mismos un gran reto, ya que se han opuesto desde el inicio a cambiar la Constitución y mantener la vigente, expedida en la dictadura de Pinochet. No vaya a ser que presenten una versión descolorida o descafeinada de la actual.
En toda democracia, como lo es la chilena del siglo XXI, cuando se aborda un proceso constituyente se debe considerar siempre contar con la participación de todos los sectores de la sociedad y de todas las fuerzas y partidos políticos, después de una amplia e informada deliberación, para que todas y todos se sientan escuchados e incluidos.
La legitimación de una nueva Constitución, como todo pacto fundacional, no es solamente obtener la aprobación del plebiscito del próximo 17 de diciembre, sino que ocurra una abrumadora votación que la respalde y demuestre que tiene el apoyo ampliamente mayoritario del pueblo chileno. Por es tan importante la labor que tendrá la Convención Constitucional y la derecha chilena, bajo su control, y muestre altura de miras, convoque a toda la sociedad para que el proyecto y eventual nueva Carta Magna tengo todo o el mayor consenso posible.
Después de haber superado una de las más terribles dictaduras del continente, los chilenos han construido y consolidado una de las democracias más sólidas de nuestra región, por lo que no podemos esperar menos de ellos y ojalá logren tener una novedosa y moderna Constitución, acorde con los tiempos y circunstancias del presente siglo.