Vamos hacia un sistema comercial global

Elon Musk y Donald Trump

José Luis Camacho Acevedo

En ocasiones es desesperante que la agenda nacional esté llena de asuntos que, la verdad, no son para nada de sustantivos para resolver el complejo futuro económico que nos aguarda.

Si el pillo de Cuauhtémoc Blanco libra las acusaciones que le pueden costar su desafuero, sin duda que es una agravante para una sociedad que sufre una descomposición en la que los que detentan cualquier forma de poder, son los que agreden el orden de cosas tan quebrantado que tenemos.

Pero digno miembro de la imbecilidad y la mediocridad militantes, el Cuau no es un factor que incida en nuestra condición económica o en la comercial, que son los retos a superar que tiene enfrente el actual gobierno que encabeza la presidenta Claudia Sheinbaum.

O si las corridas de toros son incruentas o siguen siendo un espectáculo neronesco, pues con la decisión que se tome con respecto a ese debate por demás inocuo, no vamos a resolver el problema de una expectativa de crecimiento cero en los próximos años o de padecer una guerra arancelaria que, no importando al dúo siniestro que conforman Donald Trump y Elon Musk que ella les pueda significar que se den el balazo en el pie, va a ocasionar un desorden comercial que causará una grave afectación al país en muy distintas áreas.

Leí un interesante ensayo, por demás predictivo de nuestro futuro, que me ubicó en el terreno de poner los pies en el terrena de la realidad que nos amenaza:

“El deseo de reformar el sistema comercial global y poner a la industria estadounidense en una posición más justa frente al resto del mundo ha sido un tema constante para el presidente Trump durante décadas. Podríamos estar al borde de un cambio generacional en los sistemas de comercio y financieros internacionales.
La raíz de los desequilibrios económicos radica en la persistente sobrevaloración del dólar, que impide el equilibrio del comercio internacional, y esta sobrevaloración es impulsada por la demanda inelástica de activos de reserva. A medida que el PIB global crece, se vuelve cada vez más oneroso para Estados Unidos financiar la provisión de activos de reserva y el paraguas de defensa, ya que los sectores manufactureros y comercializables asumen la mayor parte de los costos.

En este ensayo, intento catalogar algunas de las herramientas disponibles para reformar estos sistemas, los intercambios que acompañan el uso de esas herramientas y las opciones de política para minimizar los efectos secundarios. Esto no es una defensa de políticas, sino un intento de comprender las consecuencias en los mercados financieros de cambios significativos potenciales en la política comercial o financiera.
Los aranceles proporcionan ingresos, y si se compensan con ajustes de divisas, presentan efectos secundarios inflacionarios mínimos o adversos, consistente con la experiencia de 2018-2019. Aunque la compensación de divisas puede inhibir los ajustes a los flujos comerciales, sugiere que los aranceles son finalmente financiados por la nación arancelada, cuya poder adquisitivo real y riqueza disminuyen, y que los ingresos generados mejoran la distribución de la carga en la provisión de activos de reserva. Los aranceles probablemente se implementarán de una manera profundamente vinculada a preocupaciones de seguridad nacional, y discuto una variedad de posibles esquemas de implementación.

Esta reflexión continuará en la entrega de mañana.

Pero, sin duda, por allí anda la cuestión.

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