Chispitas de lenguaje jueves

Propiciar escritores infantiles no es solo preparar nuevas generaciones. Cierto que es tomar medidas para el futuro mediante una actividad singular en el presente. Escribir no se limita a un simple ejercicio de expresión, conlleva múltiples aspectos que vale la pena recapitular.

Escribir a mano es preferible al uso de un dispositivo. Eso no significa que un teclado sea inapropiado. Sin embargo, perder el ejercicio de empuñar un lápiz o pluma, desplazar el brazo y mover con precisión la mano, dota al cerebro de ejercicios de psicomotricidad. Cierto que la psicomotricidad se puede desarrollar con otro tipo de actividades como el armado de estructuras a escala pequeña (automóviles, aviones, barcos). Vincular esa misma habilidad al abecedario, propicia que el razonamiento se fortalezca. Escribir a mano permite la profundización del pensamiento que se desea expresar y, además, se realiza con mayor precisión porque cada vocablo habrá sido sopesado.

Escribir mediante dispositivos hace más rápido expresar ideas. A mano, por la lentitud, permite al cerebro (que trabaja con impulsos eléctricos a la velocidad de la luz), meditar, valorar y sopesar cada palabra. Eso conlleva a la reflexión de la idea. Y esta acción obliga a comprender o profundizar conceptos y, por tanto, a reformular pensamientos.

Escribir relatos abre alternativas diferentes a simplemente enunciar ideas o hechos. Un relato implica planear antes de redactar. Contemplar la intención de forma global exige imaginar una estructura, una estrategia que alcance lo que se vislumbra al desear contar una historia. Construir un cuento, un relato, una anécdota sopesa múltiples aspectos para conseguir el efecto buscado en el lector.

A ello se suma, comprender a cabalidad el significado de vocablos, entender el sentido completo en una oración, descubrir las posibilidades de la sintaxis, aprender la importancia de la ortografía, valorar adecuadamente la puntuación y, sobre todo, entender al ser humano que leerá un texto.

Esto último es sumamente destacable. Escritor que no es leído no es escritor. Toda persona que elabora un texto, sí, en primera instancia, lo hace por la necesidad catártica, de expresar o sacar algo que le mueve internamente. Pero en última instancia, pretende compartir con otras personas un concepto; una cualidad humana.

Este hecho es una preocupación social. Querer llevar a otros una experiencia o un sentimiento no solo implica compartir, sino también aportar a los demás. Es decir, que la socialización rebasa el simple hecho de la convivencia para pasar a un plano mucho más intenso.

Un niño escritor es una esperanza. Independiente si llega a publicar formalmente un libro. En el mundo adulto, publicar es parte de la vanidad adulta, ser reconocido socialmente es una compensación sublimada de esta condición que no llegó de pequeño (o que fue insuficiente).

Los niños, con ser reconocidos por su ambiente, ya subsanan la necesidad. Fomentar niños escritores, aunque no publiquen formalmente, propicia que ellos mismos se vean grandes. No importa si no llegan a ser famosos, lo relevante es que ellos no tendrán dudas de quiénes son. Felicitaciones a los niños del Diezmito de Palabras por su libro Un monstruo arrugado en el clóst.

sorianovalencia@hotmail.com

 

Observatorio Informativo Logo Observatorio Informativo
Hola 👋 ¿En qué puedo ayudarte? Puedes preguntarme sobre noticias recientes o buscar por tema en Observatorio Informativo.
WP Twitter Auto Publish Powered By : XYZScripts.com