La tragedia de los migrantes de Juárez: un calvario que apenas inicia
José Luis Camacho Acevedo.
Dice Zygmunt Bauman refiriéndose al fenómeno del espacio global concebido desde el punto de vista del fenómeno de la migración:
“El desarrollo expositivo que muestra Bauman, nos lleva a definir el término globalización en función de la movilidad espacial, y la relativización del tiempo. Según el autor vivimos en una época donde “ningún individuo” (por lo menos el que quiera estar “actualizado”), debe ni puede estar quieto.”
Los responsables de atender el fenómeno de la migración que cada vez es más grave en México, ni idea tienen de que enfrentan, tal y como lo define el ya citado Zygmunt Bauman, uno de los más grandes retos de una sociedad líquida como ya es la nuestra.
Y la ONU ha definido a los migrantes con éste difuso concepto:
“Aun cuando no existe una definición jurídicamente convenida, las Naciones Unidas definen el migrante como «alguien que ha residido en un país extranjero durante más de un año independientemente de las causas de su traslado, voluntario o involuntario, o de los medios utilizados, legales u otros».”
Con el endurecimiento de los Estados Unidos de su política migratoria, país con el que fatalmente tenemos 3 mil kilómetros de frontera y que por lo tanto somos el paso recurrente de todos los migrantes, nacionales o extranjeros, que quieren llegar al país donde suponen encontrarán el trabajo y la calidad de vida que no tienen en sus países, el riesgo de que sigan ocurriendo casos tan dramáticos como los muertos atrapados en el albergue de Ciudad Juárez, se van a seguir repitiendo, si no es en la misma inhumana circunstancia en que murieron los migrantes estacionados en Juárez, podrían perecer asesinados como lo fueron los muertos de San Fernando o falleciendo de manera aciaga por la sed en los desiertos de Arizona.
Los testimonios de la tragedia del albergue de Juárez no serán lo suficientemente conmovedores como para que los políticos antepongan su lucha por el poder a la condición humana.