A los candidatos a diputado
Las leyes deben estar redactadas impecablemente (oraciones gramaticalmente bien construidas, ausencia de faltas ortográficas y comprensibles para los ciudadanos). El descuido de estos aspectos ha traído injusticia, corrupción y desacato. Eso tiene un costo, no solo económico para la sociedad.
Los mejores documentos dan al traste cuando su redacción no corresponde al contenido. Si las leyes persiguen las más nobles intenciones, grave es que se pierda ello. Los mejores planes, programas, ideas… se tornan rotundos fracasos por descuidar el último aspecto del proceso de elaboración: su redacción, la forma de enunciarlos. Y es que en ello radica su interpretación y su trasgresión.
Hay cientos de ejemplos en la historia de cualquier sociedad: redacciones deficientes no respetan la intención, el espíritu con el que se propusieron. La incorrecta redacción cambia el sentido o deja ambigüedad tal, que la justicia no se imparte en el debido sentido. Cotidianamente en los diarios aparece algún declarante —público o privado— que ha padecido el problema. No son pocos los ordenamientos plagados de errores.
En ortografía el asunto es igualmente grave. Por mencionar uno de los múltiples errores, la norma dice que los sustantivos comunes (personas, animales, cosas y conceptos) deben escribirse con inicial minúscula. En el artículo 33 de la Constitución federal aparecen las palabras estado y municipios (como territorios) con mayúscula. Me consta que a muchos abogados les tiembla el pulso para escribir de forma correcta esas palabras, porque en la Constitución aparecen así. Las leyes, entonces, también propagan errores. El Diccionario panhispánico de dudas dice claramente que son distintos en su significado Estado y estado (también Gobierno y gobierno). Suponer es un detalle sin importancia lo hace más grave. El problema es que el superior ordenamiento no se refiere a lo mismo, entonces.
Otro problema son los cultismos. ¿A quiénes están dirigidas las leyes?, ¿a la sociedad en general o solo a las personas cultas? Esto propicia corrupción. No falta el abogado se aprovecha de aquellos que no entienden la norma. Las leyes deberían estar escritas de forma simple y llana. ¿En dónde queda el sentido de equidad en la ley si su estilo está para ser entendido por algunos?, ¿cómo lograr que el ciudadano común se conduzca en el marco de las normas, si las palabras usadas no están dirigidas a él? Las palabras propias del ambiente jurídico debían abandonarse en las leyes, pues no son únicamente para unos.
Los candidatos a diputados están en uno de esos raros momentos en que se acercan y escuchan a los ciudadanos. Es el momento para exigirles que si están interesados en legislar (dar, hacer o establecer leyes), lo hagan bien. Argumentarán que su papel principal será el contenido y para la redacción cuentan con áreas especializadas en el Congreso. Definitivo, pero los responsables directos son los diputados y no el personal de oficina (como el directivo que culpa a la secretaria de los errores ortográficos en lo firmado por él).
Si todos los ciudadanos exigimos calidad en su trabajo (no solo dádivas, gestión o vínculo con oficinas locales), entonces sí, serán nuestros representantes.