¿Por qué los mexicanos hablamos de esta forma tan diferenciada de los españoles, argentinos, colombianos o guatemaltecos? Esta pregunta se la planteó Concepción Company Company, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, autora de libros sobre el idioma e investigadora de la UNAM, quien se presentó en el programa Martes de la UNAM, en la Biblioteca Central Estatal en León, Guanajuato el pasado 18 de abril.

«Un mexicanismo no es indigenismo; mexicanismo es cualquier forma […] que usamos los mexicanos en nuestro día a día» manifestó la investigadora durante la conferencia al presentar un diccionario de mexicanismos que difiere del que ya tiene la Academia y el Colegio de México en que incorpora frases completas.

Concepción Company nació en Madrid. Procede de una familia de origen catalán, pero desde 1978 se naturalizó mexicana. Ha dedicado su vida al estudio del idioma y fue discípula de quien fuera director de la Academia Mexicana de la Lengua José G. Moreno de Alba.

¿Por qué es importante para los mexicanos reconocer los mexicanismos?, podría preguntarse alguna persona ajena a los estudios lingüísticos.

De niños, aprendemos el idioma por el uso en nuestro entorno de los sonidos que emiten los demás. Esos sonidos los interpretamos en palabras. Notamos que esos vocablos tienen una funcionalidad que rebasa el llanto y las sonrisas que como infantes presentamos para obtener algo. Entonces, comenzamos a hablar.

Por supuesto, cuando expresamos nuestros deseos, les ponemos nombre, es más rápido conseguir nuestros deseos y propósito que gestos o señas, en espera que los demás atinen sobre nuestro interés o intención.

Entonces a las palabras les damos un sentido, un significado. Sin embargo, a pesar de tener en muchos países el mismo idioma (o código), el ambiente, la forma de organización social, incluso la influencia de culturas ancestrales y países cercanos (en nuestro caso, las lenguas nativas y el inglés norteamericano, respectivamente), hace que en cada lugar se hable con giros o interpretaciones desconocidos en otros lugares un mismo idioma.

Es el caso en español de la palabra harto. Su significado es de saturación, pero en México se le asocia más con molestia personal, del que carece en otros países de habla hispana.

En el caso de origen local, tenemos la palabra cuate –ya muy popular en América Latina por el intercambio de programas televisivos–, pero aún poco conocida en Europa. Para un mexicano es evidente que aplica para los amigos, pero como es un nahuatlismo, no se comprende su uso en España.

En México se han incorporado muchos anglicismos. Uno que me parece gracioso es ponchar. Procede del inglés to punch, que significa perforar. Se usa en ese idioma en el juego de beisbol para señalar que el tiro de la pelota logró traspasar al jugador que intentó golpearla. En México se utiliza para la perforación de las llantas o neumáticos. A nadie en el país se le ocurriría decir que «se pinchó el neumático» porque es tachado de inmensamente cursi. Pero suena sumamente ridículo (a mí me pasó) en España decir que «Se ponchó la llanta».

Saber de dónde viene nuestra forma de hablar y comprenderla más a fondo, no solo nos identifica con nosotros mismos; también nos fortalece y nos torna más seguros frente a cualquier otro hispanohablante procede de otro país… porque también tienen lo suyo.

 

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