DE UNA JOYA LITERARIA, SEGUNDA PARTE

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JOSE CARLOS GUERRA AGUILERA.

EL ROMANCERO DE LA VIA DOLOROSA, del sacerdote Benjamín Sánchez Espinoza, con seudónimo de FRAY ASINELLO, es una joya literaria, copio tres estaciones:

‎4ª Estación
JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE

¿A dónde se te fue el amado, oh tú, la más hermosa de las mujeres?
(Cant. 5,17)

Cristo, Niño mío,
¿para dónde vas?
María, Mar de lágrimas,
¿quién te lo dirá?

Piececitos como lirios
que en mi regazo crecieron,
¿por qué lleváis a mi Niño
por tan ingratos senderos:

alfombras: charcos de sangre,
sandalias: llagas de fuego?
Manecitas de jazmines
que en diciembre florecieron,

¿por qué os alejáis crispadas
sobre ese oscuro madero
y ni podéis despediros de mí,
perfumando al viento?

Cristo, Niño mío,
¿para dónde vas?
María, Mar de lágrimas,
¿quién te lo dirá?

¡Oh cabeza de mi Niño
que durmió sobre mi pecho,
negras espinas te ciñen,
ya no dulcísimos besos;

dolor y llanto te arrullan,
ya no cantares maternos!
¡Oh puñadito de mirra
que perfumaste mi seno!

¿Por qué vas con esos hombres
y a mí me dejas gimiendo?
Yo, por Ti, diera mi vida, ellos…
¡dan treinta dineros!

Cristo, Niño mío;
¿para dónde vas?
Pobre María, Mar de lágrimas,
no te canses de llorar.

 

‎5ª Estación.
EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ

Mi Amado para mí, y yo para Él.
(Cant. 2,16)

Yo seré tu cirineo,
Tú, Jesús, serás el mío,
Eres de mi mismo barro,
Dios sudoroso y herido,
te faltan muchas caídas
para llegar al patíbulo.

Tu vida puede quebrarse
a la mitad del camino,
y si mueres a deshora
nos dejas sin crucifijo,
sin testamento, sin Madre,
sin el Refugio Divino de tu Corazón,
abierto por la lanza de Longinos…

Tienes que llegar al ara muerto de dolor..,
y vivo; si te abruma mucho
el peso de tu amor y mis delitos,
yo seré tu cirineo…

¡Vayamos al Sacrificio!
Y después, cuando en la vida
se cambien nuestros destinos,
cuando Tú, resucitado todo balsámico
y limpio me esperes en los trigales viviente
pero escondido, y yo cruce ante tus ojos
hecho temblor y martirio,
llevando mi cruz a cuestas,
de dolor desmorecido,
Tú serás el cirineo
que me lleve al Sacrificio.

Eres, como yo, de barro;
hazme, como Tú, de trigo;
exprímeme sobre el monte
como maduro racimo;
y los dos, compenetrados,
hechos de harina y de vino,
en la cumbre amanecida
seremos un Sacrificio.
6ª Estación.
LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS

Como una marca de fuego sobre el corazón.
(Cant. 8,6)

Así quiero que me pintes
sobre mi pecho tu rostro.

En el pesebre, de niño,
eras estrellita de oro;
de joven, entre los lirios,
el más fragante de todos;

bajo los soles maduros
pareciste el más hermoso;
mas hoy, cuando todos dicen
que no tienes ni decoro,
es cuando me gustas más:
eres ¡el Divino Rostro!

Así quiero que te pintes
en mis entrañas muy hondo,
con pinceladas de sangre,
de salivas y de polvo;
morado de bofetadas,
palidecido de oprobios.

Me enamoras como nunca
porque en tu cara conozco
todo el amor que me tienes
encendido y doloroso.

Mi corazón es el lienzo
para que pintes tu rostro.
En Ti quiero retratarme
como un espejo en el otro.

¡Que no me falten espinas
ni lágrimas en los ojos,
ni sudor, ni bofetadas,
ni manchas de sangre y lodo!

Con tal que a Ti me parezca,
sufrir me parece poco.

(Continuará)

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