Conmemoración y lucha incesante de las mujeres
Santiago López Acosta
El 8 de marzo pasado tuvimos una conmemoración más del Día Internacional de la Mujer, por lo que se llenaron calles y plazas en todo el mundo; en la Ciudad de México y en las principales ciudades de nuestro país miles de mujeres marcharon enarbolando diversas demandas y consignas, sobre todo en materia de respeto a la vida, la seguridad, la integridad personal y la violencia de género, que siguen siendo asignaturas pendientes de resolver, por los gobiernos y la sociedad en general.
De las desapariciones forzadas en el sexenio de Felipe Calderón, de 40,589 denuncias, 15,489 fueron de mujeres, en el periodo de Enrique Peña Nieto se duplicaron a 98,064, de las cuales 43,037 fueron de mujeres, y en el presente sexenio, de 2019 a la fecha, suman 92,567 denuncias, y de estas, 35,500 han sido de mujeres. En el Registro Nacional de Personas Desaparecidas, en el rango de edad de entre 15 y 19 años, el número de mujeres duplica al de los hombres, en promedio a nivel nacional.
Por otra parte, en 2022 se registraron alrededor de mil víctimas por feminicidio a nivel nacional, y tan solo en el mes de enero de este año, se registraron 72; 11 mujeres mueren cada día, por el hecho de serlo, dicen algunos datos. En el mismo año se presentaron más de 82 mil denuncias de diversos delitos sexuales, con información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. En los últimos años crecieron los diferentes tipos de violencia, de 67% en 2016 a 71% en 2021, conforme a datos del INEGI.
Casos de esta naturaleza ocurren desgraciadamente todos los días, el más reciente mediáticamente hablando fue la desaparición de 6 mujeres en Celaya, Guanajuato, Paulina B. Reséndiz, Marina G. Gutiérrez, Yoselin D. Paredes, Gabriela Barbosa, Rosa Ma. Pérez y Sandra Martínez, a los pocos días localizados sus restos en una fosa clandestina de una comunidad del municipio vecino de Santa Cruz de Juventino Rosas. Siempre es lamentable y condenable estos hechos, pero cuando se advierte tan cerca, es terriblemente patético y triste.
Sin embargo, no por la constante y permanente recurrencia de hallazgos como el anterior, no los podemos normalizar, ni mucho menos no debemos de seguir exigiendo a las autoridades, federal y locales que se hagan responsables para frenar esta crisis de desapariciones e inseguridad que asola la mayor parte del territorio nacional
El reconocimiento de muchos derechos de las mujeres ha sido particularmente relevante en las últimas décadas, sobre todo en materia político-electoral y de acceso a la función pública. Hoy tenemos paridad en la integración de las cámaras legislativas de diputados, tanto la federal como de la mayoría de las entidades federativas, más gobernadoras y presidentas municipales y más servidoras públicas en cargos directivos por designación o por concurso. Se han tipificado conductas delictivas contra mujeres, como el feminicidio, la violencia política, los ataques con ácido y de otra naturaleza. Han sido avances constitucionales y legales muy importantes, necesarios, pero no suficientes, pues todavía no se trasladan a otros ámbitos económicos, sociales y culturales.
No obstante, lo que resulta intolerable es que los índices de criminalidad contra la población en general, y especialmente contra las mujeres, no solo no se reduzcan, sino que se siguen incrementado, y mientras no se tenga garantizada la vida y la seguridad personal, grupal, familiar, todos los demás derechos que, sin duda son relevantes, pueden quedar como simbólicos y en buenos deseos.
Es indudable que las mujeres salen a marchar por necesidad, no por gusto o para festejar nada, sino para protestar y exigir, que les respeten su vida y sus derechos más elementales. Este año fueron más, de todas las edades y diferentes clases sociales o filiaciones políticas, observándose que las movilizaciones han tenido un crecimiento exponencial con el paso del tiempo, lo cual denota una mayor concientización social, pero también el agravamiento de la problemática que padecen las mujeres.
Independientemente de que se esté de acuerdo o no con el termino o concepto del feminismo, que incluye a algunas mujeres, cuando afirman que ese movimiento no las representa, lo debemos entender como la síntesis de las luchas que se han dado durante siglos de una diversidad de demandas de muchas mujeres de distintas razas, clases sociales, orígenes y países, deconstruyendo la empatía y el nuevo término de la sororidad feminista. Llámenle como quieran, siempre y cuando se identifiquen con las causas y razones de las mujeres para seguir luchando en la búsqueda y hasta encontrar la igualdad plena.
No parece cercano, pero ojalá que los próximos 8 de marzo, sea para recordar a las heroínas del siglo XIX que iniciaron esta lucha, y el acuerdo de la ONU de 1975, que instituyo esta conmemoración, y no para salir a marchar y protestar por violaciones de derechos y reivindicar demandas y promesas incumplidas, de y para las mujeres. Pero mientras no se alcancen, seguirán ocurriendo.
No es una lucha exclusiva de las mujeres, los hombres y la sociedad en su conjunto también tenemos que participar e involúcranos directa y decididamente. Es una responsabilidad de todas y todos.