Y todo para que

Luna de Plata Tv
Entramos a la etapa más crítica de la pandemia en el área de la Ciudad de México, que se está convirtiendo en el centro neurálgico para los números negativos en lo que respecta al Covid-19 en el país. Es lamentable ver las imágenes que muestran como familiares de enfermos internados en el Hospital de las Américas en Ecatepec, descubren con desesperación una serie de cuerpos puestos en algún rincón del nosocomio.
Es increíble ver en Sinaloa que el crimen organizado se haya organizado para pedirle a la población que se quede en casa y que después de las 10 de la noche habrá toque de queda en Culiacán. Supervisan con rondines y aquellos que no tengan nada que hacer e insistan en salir, aplicarán su propia sanción, como golpes con tablas y hasta multas.
Está por aparecer una campaña donde se le habla a la ciudad con la verdad y no con frases que ya están gastadas como ahora es el “Quédate en casa”. La verdad es que si sales, te puedes morir; si vas a una fiesta, en 15 días te enterramos; si vas a ver a tu familia, despídete; ojalá que esto haga mella en la población, que entre lo económico y la vida, preferimos tener hoy para comer, y mejor pensamos que “a mí, no me pasa”.
Hay cada vez más voces nos advierten que conviviremos con el coronavirus todavía un largo tiempo por lo que debemos estar en verdad atentos y reflexionar en torno a nuestra vida, más allá del qué pasará con el trabajo, la economía, los temas materiales. Hay que ver hacia nuestro interior y de manera más concreta, nuestra relación con Dios. Las definiciones que nos han dado, basadas en la especulación o la fe en los textos bíblicos, ya no funcionan, los hombres de la iglesia se han encargado en decepcionar con sus actos humanos a cada vez más creyentes.
La realidad la creímos con el método científico, ahí estaba la respuesta de las cosas. Entonces creímos conquistar la Tierra y utilizamos sus recursos para mejorar nuestra forma de vivir, sin importar el costo al planeta. Construimos una seguridad económica, una seguridad de status, una seguridad laica para remplazar la seguridad espiritual que se ha perdido.
Cuantas generaciones han tenido que pasar para alcanzar los conocimientos y crear todo lo que hoy es parte de nuestra vida. Hemos podido transformar minerales metálicos en los objetos que hoy usamos, creamos fuentes de energía, sistematizamos la agricultura, ganadería y pesca. Hemos conectado al mundo con redes de distribución. Todo en aras del progreso.
Cuantas personas no están obsesionadas por su trabajo, acusan estrés y solo encuentran salida a su energía con violencia, adicciones, depresión y terminan siendo dominados por su demonio interior. Tenemos que despertar de estas preocupaciones y retomar la pregunta original. ¿Qué hay después de la vida? ¿Por qué estamos aquí?
Pensamos haber creado lo necesario para la seguridad material, y ahora que las circunstancias nos pintan un panorama muy sombrío, debemos encontrar en nuestro interior, respuestas para el cómo vamos a seguir nuestro camino. La ciencia no es mala, al contrario, nos ha hecho la vida más cómoda. Pero la vocación del progreso la interpretamos en perseguir beneficios personales y de crear para nuestros hijos una vida “más cómoda y placentera”.
Carl Sagan dijo que el hecho de que la ciencia y la religión no se lleven, no le hace bien a ninguna de las dos. El mal interior que nos habita nos envenena nuestra parte espiritual y no permite que veamos las respuestas a las preguntas fundamentales, cuando esto suceda será más fácil saber los pasos que deberemos dar para enfrentar la siguiente etapa a la que estamos por entrar. Alguna vez un científico dijo que sería bueno para la humanidad empezar a recuperar su séptimo sentido, el espiritual. Tal vez ahí está la respuesta. Cuando pase esta pandemia, ojalá tengamos una respuesta al para que sobrevivimos.