Una seguía que palidece las elecciones
José Luis Camacho Acevedo
La agobiante sequía que padece gran parte del país, en gran medida es producto de la falta de previsión de las autoridades que son responsables del control de los cuerpos de agua que existen en la nación.
Ciertamente la sequía, y su inefable acompañante el calor, no es un fenómeno privativo de México.
En Italia anuncian apenas ayer que el río Po está a punto de dejar de ser navegable.
En España está amenazada por la sequía la cosecha en las huertas de olivos, igual pasa con las alcachofas en Alemania que están siniestradas, el trigo de Ucrania cosechará apenas el 50% de su promedio anual.
En Michoacán la impronta de un Lago de Pátzcuaro prácticamente en estado de desecación total. En León la presa del Palote tiene al borde de la falta total de agua a más de dos millones de habitantes. El sistema Cutzamala, que surte de agua al Valle de México, con la capital del país entre su más grande consumidos está apenas a un 27% de su capacidad.
Nos estamos acabando el agua y con ello la posibilidad más importante de seguir vivos.
Y mientras la tragedia crece, nos encontramos “diferendos” entre políticos de diferentes signos o posiciones egoísta como la del cómico Eugenio Derbez que, en lugar de convocar a una toma de conciencia sobre el agua, se destapa con un desplegadito para orientar a los mexicanos sobre su posición política.
¿A quién le importa lo que quiso decir Derbez en su video y que ni él mismo se entendió como para que vaya a filmar otro que deje en claro lo que piensa, cuando en el país se mueren ganados y sembradíos?
No cabe duda que lo peor que nos está pasando a unos días de que se celebren las elecciones, es que haya políticos, intelectuales o cómicos como Derbez que piensen que después del 2 de junio se van a resolver problemas como los de la violencia o la sequía.
Sin duda la jornada electoral del próximo domingo es un evento de singular trascendencia- Pero lo hará significativa y con un poder modificante de nuestra realidad, la participación de los ciudadanos y no los protagonismos, grandes o pequeños, de los mexicanos que siguen creyendo que sus declaraciones son el ombligo del universo.
¡Seamos sensatos¡