No es que el poeta busque la soledad, es que la encuentra: Rosario Castellanos

Rosario Castellanos

Foto: IISUE/AHUNAM/Colección Ricardo Salazar Ahumada.

La autora de Balún Canán, a cien años de su nacimiento, sigue vigente y continúa dialogando con nosotros, coincidieron Julia Santibáñez, directora de Literatura y Fomento a la Lectura y Sara Uribe, coordinadora de la Cátedra Extraordinaria Rosario Castellanos de Literatura y Géneros

Daniel Francisco

CDMX 23 de mayo de 2025.- “Estamos absortos. Y los que nos rodean no advierten más que nuestra distracción, nuestra falta de interés en los asuntos comunes y se desesperan y nos hacen reproches y acaban por abandonarnos. No es que el poeta busque la soledad, es que la encuentra”.

Son las palabras de Matilde Casanova, personaje del relato Álbum de familia, de Rosario Castellanos.

La autora de Balún Canán, a cien años de su nacimiento, sigue vigente y continúa dialogando con nosotros, coincidieron Julia Santibáñez, directora de Literatura y Fomento a la Lectura y Sara Uribe, coordinadora de la Cátedra Extraordinaria Rosario Castellanos de Literatura y Géneros. En conversación con Gaceta UNAM evocaron a la poeta, ensayista, novelista, periodista, académica y funcionaria universitaria y diplomática.

Julia Santibáñez señaló en la entrevista que Rosario Castellanos “se dedicó a dar visibilidad a las autoras, tanto en Mujer que sabe latín como en sus columnas del Excélsior. Ahí también hay una militancia importante, porque pone a las mujeres, escritoras, en un lugar de relevancia que no tenían en absoluto en los 70 (siglo XX)”.

Rosario se asumía siempre como poeta, acotó. “Su primera novela Balún Canán es de 1957 y sus primeros libros de poesía son de 1948, lo que nos señala que realmente lo suyo era la poesía”. Julia Santibáñez citó un fragmento del poema “Autorretrato”, publicado por la UNAM en Material de Lectura (https://bit.ly/poesia-rosario-castellanos):

Sería feliz si yo supiera cómo.
Es decir, si me hubieran enseñado
los gestos,
los parlamentos, las decoraciones.

En cambio me enseñaron a llorar.
Pero el llanto
es en mí un mecanismo descom-
puesto
y no lloro en la cámara mortuoria
ni en la ocasión sublime ni frente
a la catástrofe.

Lloro cuando se quema el arroz
o cuando pierdo
el último recibo del impuesto predial.

Sara Uribe, por su parte, afirmó que Rosario era una mujer muy disciplinada, “sabía muy claramente que en su vida quería que la palabra, que el lenguaje, le diera una suerte de ancla y de certeza. Sobre todo en su obra ensayística, pero también en su poesía, ella está siempre muy obsesionada con algo que es la naturaleza de la vida, lo efímero de las cosas. Todo pasa, todo se marcha, todo tiene un fin, entonces ¿qué es lo que queda?”.

Lo dice en algunos de sus ensayos y de sus poemas: “lo único que tiene de eternidad la humanidad es el lenguaje, es la palabra, la palabra es lo único que te permite una certeza, un ancla, un punto de eternidad. Para Rosario Castellanos la vida sin la escritura hubiera sido impensable”, agregó Sara Uribe.

Universitaria

Rosario Castellanos era una universitaria de cepa, recordó Julia Santibáñez. “Estudia licenciatura y maestría en la Facultad de Filosofía y Letras, donde da clases; luego es titular de la Dirección General de Información y Prensa, la nombra el entonces rector Ignacio Chávez en 1961. Y cuando el doctor Chávez tiene que renunciar, al inicio de su segundo periodo, ella renuncia en solidaridad con él”.

El 21 de septiembre de 1968, la autora de Oficio de tinieblas escribió en el periódico Excélsior: “la represión genera la subversión. Y todos anhelamos una paz que emane de la justicia, no de la violencia”.

La directora de Literatura y Fomento a la Lectura afirmó que a Rosario, el año 1968, le toca por los dos costados: “derechos humanos, justicia; y la UNAM, los estudiantes, ella misma como profesora y como exalumna. Tiene justamente estos versos bellísimos con los que cierra Memorial de Tlatelolco: ‘Recuerdo, recordemos / hasta que la justicia se siente entre nosotros’. Son absolutamente actuales; seguimos esperando a que se siente entre nosotros, en tantos y tantos temas”.

Sara Uribe contó que la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura, a cargo de Julia Santibáñez, “ideó un proyecto interesantísimo y genial. Afortunadamente ella tiene una amistad con el hijo de Rosario Castellanos, Gabriel Guerra, y en algún punto en esta terquedad de buscar algún evento que fuera de verdad memorable y único, como lo es la exposición Un cielo sin fronteras, se topó con que Gabriel tenía un archivo, unas cajas guardadas con documentos, objetos, fotografías”.

Le tocó la fortuna de estar presente en el momento en que se abrieron. “Y fue de verdad una ilusión, y además también un gozo, encontrar todo este material inédito que nos revela, por ejemplo, en esas fotografías, el rostro de Herlinda Bolaños (nana de Gabriel Guerra), de la que se ha hablado mucho, pero no teníamos su imagen”.

Es uno de los proyectos más significativos, consideró Uribe, “que se hizo en colaboración con el Colegio de San Ildefonso, la Cátedra Rosario Castellanos, y muchas dependencias más. Me parece un esfuerzo importantísimo y fundamental para hacer un hito, por lo inédito de estos objetos y documentos”.

Un cielo sin fronteras, Rosario Castellanos. Archivo inédito, se exhibe en el Colegio de San Ildefonso hasta el 24 de agosto de 2025.

Feminismo

¿Quién en 1973 está hablando de escritura de mujeres?, cuestionó Julia Santibáñez. “En el 73, Rosario Castellanos escribió un libro de crítica literaria sobre autoras. Si el sistema dice que el canon es masculino, ella va a contracorriente y habla de Clarice Lispector, Corín Tellado, Doris Lessing, Virginia Woolf, Silvina Ocampo, María Luisa Mendoza”.

La escritora chiapaneca fue una adelantada a su tiempo, acotó Sara Uribe. “También la podemos mostrar como una precursora que incursionó en temas tan importantes como por ejemplo, el feminismo y también la denuncia y la visibilidad de las opresiones sobre los pueblos indígenas”.

Es una autora señera, clave para poder entender a la literatura mexicana y al México del siglo XX, agregó Uribe. “Rosario Castellanos fue una gran lectora de Simone de Beauvoir, Virginia Woolf, Betty Friedan, de muchas de las autoras que estaban en ese momento planteándose las problemáticas más importantes del feminismo, sin embargo, no tenían un eco tan claro. Y Rosario sí pudo hacer esta lectura y luego una transformación, no tanto en repetir lo que ellas decían, sino en cuestionarlo adaptando esos feminismos europeos y norteamericanos a la cuestión de la mujer mexicana en particular”.

La autora de Un montón de escritura para nada afirmó que Castellanos “hizo una suerte de feminismo a la mexicana, de adaptación de esas ideas, produciendo preguntas muy particulares que iban dirigidas tanto a las mujeres como a los hombres de su tiempo”.

Uribe precisó que la UNAM acaba de editar una antología que lleva por título La rueda del hambriento, cuento de uno de sus libros menos conocidos que es Ciudad real, pero que “justamente en él creo una de las exploraciones más interesantes sobre la naturaleza humana y la diferencia entre el opresor y el oprimido”.

Foto: IISUE/AHUNAM/Colección Ricardo Salazar Ahumada.

 

 

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