El Papa Francisco bendijo al mundo y ofreció la oración Urbi et Orbi

El Vaticano, marzo 27 de 2020.- Lluviosa tarde y solitaria basílica de San Pedro sirvieron de marco al Papa Francisco para bendecir al mundo y ofrecer la oración Urbi et Orbi.
La bendición y oración de hoy fue extraordinaria porque únicamente se imparten el Domingo de Pascual y 25 de diciembre, Día de la Natividad.
Francisco elevó su suplica al Señor y pidió al mundo confiar en Él y responder a su llamado a “convertirnos”.
También pidió seguir el ejemplo de las personas corrientemente olvidadas que están en el timón de la barca en estos momentos de crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus.
“Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos”.
Con las anteriores palabras el Papa Francisco inició su reflexión centrándose en el Evangelio según San Marcos, capitulo 5, versículo 35, tras la escucha de la Palabra desde el atrio de la Basílica de San Pedro en el momento extraordinario de oración convocado por él mismo el pasado domingo ante la emergencia sanitaria por coronavirus.
Al reflexionar sobre el fragmento evangélico dijo: “La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, proyectos, rutinas y prioridades”.
Para Francisco, la tempestad también muestra “cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad” y pone al descubierto “todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad”.
Esta tempestad también “nos quita el “maquillaje” de los estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar y deje al descubierto “esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos”.