“Corcholatas” buscan que el pueblo los (as) conozca

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La primera semana de “acercamiento” de las corcholatas a las bases las señales de popularidad y aceptación no han cambiado sustantivamente de la percepción que de la baraja política de AMLO tiene la opinión pública

José Luis Camacho Acevedo

No cabe duda de que el presidente López Obrador, en su calidad de líder real del Movimiento de Regeneración Nacional, tiene su muy particular visión de la manera en que se debe conducir el proceso que culminará con la designación de quien será, muy probablemente, a partir de septiembre del 2024, la figura que lo suceda en la responsabilidad política de seguir adelante con el proceso de transformación que, ya institucionalmente, viene llevando a cabo desde que asumió la primera magistratura de la Nación.

En los años setenta, al finalizar el sexenio de Luis Echeverría, despuntaban como precandidatos presidenciales del PRI, un refulgente titular de la secretaría de Gobernación, Mario Moya Palencia.

Ante lo avanzado de las simpatías hacía Moya Palencia, Echeverría mandó a su secretario de Recursos Hidráulicos, Leandro Rovirosa Wade, para que soltara la baraja que el hombre de San Jerónimo tenía en realidad como su tropa política de donde saldría el bueno para ser “destapado” en cuanto lo dijera el jefe real del PRI.

Así Leandro Rovirosa Wade, fue el conducto por medios del cual el Ejecutivo y líder fáctico del PRI, filtró a los medios la existencia de siete posibles candidatos a sucederlo.

Lo cierto es que eran seis los señalados, pero Federico Bracamontes, director del Diario de México, por medio de este periódico, coló a su hermano Luis Enrique Bracamontes, secretario de Obras Públicas en la lista de tapados.

Los otros seis hombres en pugna fueron Mario Moya Palencia (Gobernación), José López Portillo (JLP, Hacienda), Carlos Gálvez Betancourt (Seguro Social), Augusto Gómez Villanueva (Reforma Agraria), Hugo Cervantes del Río (Presidencia) y Porfirio Muñoz Ledo (Trabajo y Previsión Social).

El dirigente nacional del PRI era entonces el ideólogo nacido en Tuxpan, Veracruz, Jesús Reyes Heroles.

El tuxpeño se pronunció, para frenar a los precandidatos, que el partido elaboraría primero un plan y después vendría el nombre.

Actualmente la línea de conducción del proceso sucesorio sigue estando en manos del presidente de la república.

Andrés Manuel López Obrador solamente ha cambiado el orden de los factores.

Con el lanzamiento de sus “corcholatas” para que se ganen el reconocimiento de las bases y, después de casi durante tres meses en los que se placearán por todo el país, una encuesta decidirá quién es más idóneo, o idónea, para seguir conduciendo el proyecto de la 4T que lleva a cabo el político de Macuspana.

La primera semana de “acercamiento” de las corcholatas a las bases las señales de popularidad y aceptación no han cambiado sustantivamente de la percepción que de la baraja política de AMLO tiene la opinión pública.

Encabezan las preferencias Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. Pero están en la línea de alta competencia tanto Adán Augusto López como Ricardo Monreal Ávila.

Muy rezagados se empiezan a ver ya Manuel Velasco, a quien un asunto de carácter familiar sacó del juego en los últimos días.

En igual circunstancia se encuentra el aguerrido Gerardo Fernández Noroña.

La próxima semana daremos a nuestros lectores la condición en la que llegarán las corcholatas al aniversario del 1 de Julio del triunfo de AMLO.

JOSECAMACHO@GMAIL.COM
@JLCA007

 

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