Año 776 antes de Cristo, inicio del turismo deportivo

Parte 1
Mi trayectoria; Las migraciones; Grecia antigua, cuna del turismo deportivo; Pitágoras, filósofo y matemático, Heródoto, historiador y Solón, legislador, los primeros y verdaderos turistas por placer y conocimiento.
Derivado de mi experiencia en la Industria de la Hospitalidad, como empleado y ejecutivo de empresas Turísticas, funcionario público y maestro fundador de la Licenciatura de Administración de Recursos Turísticos de la Universidad de Guanajuato, considero importante compartir con las futuras generaciones y para personas que forman parte del apasionante mundo del turismo, el resultado de varios años de Estudio, investigación y experiencias; esperando que el contenido del presente sea de utilidad.
Expreso mi agradecimiento a quienes fueron parte de mi formación.
Universidad Tecnológica de México Universidad de Houston Universidad de Florida
THR Barcelona España
Ministerio de Defensa Nacional, Taiwán, Republica de China
Y especialmente, a la Universidad de Guanajuato A mis Maestros y colaboradores
Y a mis alumnos, quienes han sido mis mejores maestros
Mario Aguado Malacara.
Dado que el turismo es la acción de Viajar y las personas son el sujeto que lo hace, su aparición y existencia están estrechamente unidas a la humanidad, por lo tanto, el Turismo es una actividad esencialmente humana.
Ya desde los albores de la cultura, el hombre primitivo tuvo la necesidad de cambiar de sitios para buscar medios de subsistencia, como, alimentos, albergue, vestido, mejores condiciones climatológicas, o para alejarse del peligro.
Estos movimientos pueden servir de explicación al hecho de que, en diversos lugares, algunos muy distantes entre sí, se han hallado vestigios o similitudes entre culturas que al parecer no tuvieron contacto alguno.
Posiblemente los primeros viajes fueron cortos, el hombre, desde el sitio donde radicaba, iba en busca de frutos o de cacería para después regresar a su hogar, o en busca de mejores lugares para vivir.
Cuando se formaron los primeros clanes y el hombre aprendió a vivir en sociedad, comenzaron las migraciones masivas, de las cuales la historia de nuestro país México, nos da varios ejemplos. Podemos citar la de los Aztecas de Chicomostoc, en Aztlán, hasta el lago de Texcoco en el valle de México, o la de los Mayas, que se supone vinieron del viejo continente, cruzaron el estrecho de Bering, se introdujeron por América del Norte y se establecieron en el sur de la Península de Yucatán, migración conocida como la “gran bajada “.
Miles de años antes, los Beduinos cruzaban el Sahara y los Fenicios navegaban por el Mediterráneo guiados por las constelaciones celestes y los movimientos del sol, todo ello para comerciar, las grandes peregrinaciones religiosas ya eran comunes antes de nuestra era, tanto en Egipto, como en Caldea, Asiria, India y la Tierra de Jesús.
Babilonia, la ciudad de los jardines colgantes, construidos para solaz de la reina Semíramis, fue sitio predilecto de los viajeros de la antigüedad ahí, como toda la Mesopotamia el comercio fue muy activo y las grandes caravanas que traían y llevaban artículos a los países vecinos, eran numerosas, ellas establecieron las primeras rutas terrestres por el estrecho mundo conocido entonces.
El Nilo, debió ser la primera vía fluvial de gran importancia en la antigüedad, el hombre primitivo aprovechó los accidentes naturales para la transportación, primero los ríos y luego los mares, las canoas egipcias hacían recorridos llevando mercancías a Memphis, a Tebas y a diferentes poblaciones del imperio faraónico, igualmente el Tigris y el Éufrates, en la Mesopotamia, y el Ganges en la India, así como el Yang-Tse en China, todos considerados como sagrados.
Jerusalén, después de la construcción del templo de Salomón, del cual sólo existe el muro de las lamentaciones, se convirtió en un gran centro religioso al que concurrían millares de peregrinos, posteriormente, la Meca por los files de la religión Mahoma.
Los caminos comenzaron desde entonces a significarse por su importancia, por medio de ellos fue posible trasladarse rápidamente de un sitio a otro, en plan de paseo, de comercio o para seguridad del Estado; Darío, construyó carreteras en el Imperio Persa, para tener control sobre sus satrapías.
Durante la época de la cultura griega nace el turismo deportivo, los primeros juegos olímpicos que se iniciaron en Atenas en el año 776 a.C., y los siguientes, eran concurridos por los atletas, espectadores y comerciantes que provenían de las múltiples colonias griegas esparcidas por los mares Jónico, Tirreno, Adriático, Egeo y Mediterráneo, los Oráculos, así como Delfos y Éfeso, fueron visitados por todo griego que cumplía con las exigencias el culto.
La literatura sobre viajes ha sido siempre un incentivo para promover éstos, Homero es el primero que surge a la palestra, alrededor del siglo V a.C., sus relatos en los que se entremezclan, la historia y la leyenda, dejaron una grata experiencia entre los griegos por los viajes, que cristalizaron posteriormente en una efectiva flota costera.
Ya desde el siglo IV a.C., eran frecuentes en el mundo griego viajes por tierra y por mar, por embajadores, mercaderes, peregrinos, políticos, militares y deportistas que concurrían a los juegos olímpicos, para quienes el viaje era una obligación, entonces paralelamente aparecieron los primeros y verdaderos turistas que viajaban por placer, o por conocer, sobre todo los hombres de ciencia, como Pitágoras, filósofo y matemático, Heródoto, historiador y Solón, legislador.
Roma, que dominó el mundo civilizado entonces conocido, estableció un intenso movimiento de soldados y legiones hacia los confines de sus extensos territorios para mantener su dominio, y por consecuencia lógica, los caminos y los comerciantes se multiplicaron.
Testimonio mudo en nuestros días, de la que debió ser una avenida intensamente transitada es la famosa Vía Apia, que hoy es uno de los atractivos de Italia, tampoco en el dominio del mar se durmieron los romanos, la flota comercial llegaba hasta las columnas de Hércules, en el estrecho de Gibraltar, donde se creía que terminaba el Océano, y las galeras romanas de combate más de una vez hicieron acto de presencia en Alejandría, Esmirna, Constantinopla y Antioquía, las costas de Judea y Siria en Asia Menor, las de Mauritania y Numidia en África o Helesponto que vigilaba en Ponto Euxino, Mar Negro, para aplastar brotes rebeldes de los dominados o para imponer o quitar soberanos peleles al capricho de los cónsules o emperadores.