DE UNA JOYA LITERARIA, TERCERA PARTE
JOSE CARLOS GUERRA AGUILERA
EL ROMANCERO DE LA VIA DOLOROSA, del sacerdote Benjamín Sánchez Espinoza, con seudónimo de FRAY ASINELLO, es una joya literaria, copio tres estaciones:
7ª Estación.
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
Hasta los perrillos comen las migajas que caen de la mesa.
(Mt. 15,27)
¿Quién tiró el Pan de los hijos
para dárselo a los perros?
Viviente Copo de harina
caído sobre el sendero,
Pedazo de pan cocido
en hornos de sufrimiento,
Migajita resbalada
desde el regazo paterno,
¿para caer en el polvo
descendiste de los cielos?
Escándalo de los hijos,
Ludibrio de todo el pueblo,
¿así quieres que te coman
los ricos, los opulentos?
Eres tan poquita cosa,
estás tan sucio y tan feo
que ni el hijo más humilde
ni el mendigo más hambriento
se dignarían inclinarse
por recogerte del suelo.
¿Quién tiró el Pan de los hijos
para dárselo a los perros?
Yo bendigo tu caída
que me infunde atrevimiento.
Con lágrimas y temblores
de ternura a Ti me acerco.
Yo soy el pobre perrillo
punzado de hambre y de miedo.
Si no te hubieras caído,
como lluvia, en mi desierto,
lleno de angustia y miseria
yo moriría sin remedio.
¡Estabas, oh Dios, tan alto
y yo tan vil y pequeño!
Bajo tu disfraz de polvo escondido,
te presiento tan lleno de resplandores
como en la gloria del cielo.
Si los hombres no te quieren,
ven, y descansa en mi pecho.
Migaja de pan,
caído para el hambre de los perros:
¡el amor que me tuviste
te puso en tales extremos!
8ª Estación.
JESÚS CONSUELA A LAS PIADOSAS MUJERES
No lloréis por mí, llorad sobre vosotras.
(Lc. 23,28)
No quiero llorar por Ti:
quiero llorar mis pecados.
Las almas vienen siguiendo
la púrpura de tus pasos;
todas quieren consolarte
¡y todos vienen llorando!,
yo, Señor, aunque te miro
todo del Amor llagado,
no quiero llorar por Ti,
oh divino Enamorado.
Yo sé que por fuera sufres,
mas, por dentro, estás gozando,
porque el Amor, cuando hiere,
es como aroma de bálsamo
que mientras más nos traspasa
es más suave y delicado.
Las heridas de amor saben
a miel y huelen a nardo.
¿Por qué entonces, sin quererlo,
van mis lágrimas brotando?
¡Señor, no lloro por Ti:
que lloro por mis pecados!
No lloro de verte herido,
lloro de haberte olvidado.
Déjame llorar, Señor,
para siempre, sin descanso.
Déjame llorar, Señor,
-lluvia de pétalos blancos-
de mis ojos doloridos
caigan las gotas de llanto,
y laven con su blancura
lo negro de mis pecados.
Tu amor y yo, frente a frente,
a solas, los dos estamos;
y mis dos ojos te dicen
lo que no puede mi labio.
Mira quebrado a tus pies
mi corazón de alabastro,
¡tan duro para quererte,
para olvidarte, tan blando!
mira cómo, de la herida mana
el olor de mis nardos…
Tu amor y yo, frente a frente,
a solas, los dos estamos.
Los dos, con el alma rota;
los dos, transidos de bálsamo.
¡Y tus dos ojos me dicen:
“Mucho se te ha perdonado”!
9ª Estación.
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
Levántate y anda.
(Mt. 9,5)
Triplicaste tu caída
entre sollozos y lágrimas.
La magnolia de tu veste yace en tierra,
deshojada y el caudal de tus cabellos
hontanar de limpias aguas
sobre las piedras desnudas
dormido se desparrama…
¡Qué desfallecer del cuerpo,
qué desaliento en el alma!
¡Cuánta sed de abandonarse
y no proseguir la marcha,
suspender eternamente
el ritmo de las pisadas!
¿Por qué un grito se me sube
tembloroso a la garganta
un grito para gritarte:
“Jesús, levántate y anda”?
Porque otras muchas caídas
tus tres caídas retratan:
el azoro de los niños
caídos de madrugada;
el derrumbe de los jóvenes
desde las cumbres nevadas;
las caídas de los viejos
tan negras y tan amargas…
Porque mil negras pupilas
ansiosas en Ti se clavan
por ver si quedas caído
o mirar sí te levantas
por eso mi voz te grita:
“Jesús, levántate y anda.
Levántate aunque el cansancio
se desploma en tus entrañas
Levántate, aunque el suplicio
con vivas lumbres te aguarda.
Levántate, que la meta
se mira ya muy cercana”
Enséñales a los hombres
esa ciencia necesaria
de resurgir varoniles
cuando en el camino caigan.
Si Tú te quedas caído
derrumbas nuestra esperanza.
Somos flores de los campos
que hasta un soplo desarraiga,
y ¡es tan fácil que en la vida
se quede caída el alma,
cuando ha sentido el abrazo
cenagoso de las charcas
que ofrecen lotos de oro
y víboras anidadas!
¡Y es tan duro levantarse
para proseguir la marcha
cuando en las venas hay frío
y anochece en las entrañas…!
Jesús, por los pecadores
mi voz te grita angustiada,
por nosotros pecadores,
Jesús, ¡levántate y anda!
(Continuará)